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Así fue el mejor día de nuestras vidas / todo sobre nuestra boda

by evelinnora 07/04/2020 0 comment

Aquel 29 de junio fue el inicio del año más especial de nuestras vidas, ese que no dejaríamos de rebobinar una otra vez para poder exprimir de nuevo cada instante. Subo las escaleras de casa y la emoción se apodera de mí al escuchar “Bonfire heart”, de James Blunt, sonando de fondo según me acerco a la puerta. La casa llena de flores blancas alumbradas por la tenue luz de las velas, sigo el camino de luces, y allí está Pablo, el amor de mi vida hecho un manojo de nervios esperándome con el anillo en sus manos. En ese momento, la felicidad hinundó nuestra terraza.

Decidimos mantener la noticia para nosotros solos durante unas semanas, queríamos disfrutarlo y empezar a planearlo con tranquilidad, sabíamos cómo queríamos nuestra boda soñada, y tenía que estar cuidada al detalle desde el primer instante. El equipo del que nos rodeasemos en ese día debía conocernos a la perfección, reflejar fielmente nuestra esencia y que viviesen todo el proceso con la misma ilusión que nosotros. Y sin duda, esto fue la clave del éxito rotundo de nuestra boda, pues el 27 de julio de 2019, pudimos disfrutar de cada segundo, sabiendo que estábamos en buenas manos.

Tocaba vestirnos para la ocasión y Pablo, desde que cruzó la puerta de Emilio Yuste, lo tuvo claro. La profesionalidad y el buen consejo de David, le hicieron sentirse en las mejores manos para crear su primer traje a medida. Él sabía que quería algo sencillo pero actual , y que los complementos fueran los que dieran el toque más especial al look. El color azulado del traje le cautivó a primera vista, era la base perfecta junto con el chaleco de solapa a juego y los botones marrones de nacar. El toque especial lo dieron los tirantes estampados de Soloio, la pajarita ocre de topos de Mr. Pajarita y los zapatos oxford de cuero marca Asos.

Nosotros fuimos uno solo en todo el proceso, y el único gran secreto fue el vestido de la novia. Jamás olvidaré mi entusiasmo tras la primera visita al atelier de Ernesto Terrón, cuando volví a casa recuerdo que tan solo repetía una y otra vez que acababa de visualizar el vestido con el que siempre había soñado. Tenía claro lo que quería y Ernesto supo dar el toque que hizo del vestido pura magía.

Mi vestido tenía que ser fluido y ligero, con el que cada movimiento diese la sensación de estar flotando. La maravillosa caida de la falda de gasa ayudó a crear este efecto desde el primer momento. Pero por si esto fuera poco, Ernesto completó el diseño con una espectacular sobrefalda bordada con detalles de encaje, que hizo las veces de una delicada cola de más de 2 metros.

 La manga francesa para mí siempre ha sido sinónimo de elegancia y  sin duda la espalda de encaje descubierta en forma de pico, también se convirtió en protagonista del vestido. Todo fueron elogios y admiración, y yo no podía sentirme más feliz.

 El peinado con trenza desenfadada fue creado por los grandes profesionales de la peluquería Cache, que hicieron lucir la joya más especial del día: la increíble corona diseñada por Puntulina Tocados. Para completar el conjunto, eligi zapatos de Ulanka, unos delicados pendientes de Nefelibata (mi algo viejo) y un sencillo collar de oro con una cruz, que pertenece a mi abuela (mi algo prestado). El maquillaje delicado y natural corrió por cuenta de Lydia de Perfumeria Sidonia.

 Mi ramo tenía que ir en armonía con la frescura que quería transmitir, y nadie mejor que la Boutique de la Flor de la mano de Boyka para conseguirlo. Un frondoso ramo con flores silvestres y abundante verde fue la elección final, a juego con el prendido de Pablo y los detalles florales que llevaban los niños de arras.  Del ramo colgaba un una cinta de de tercipelo azul (mi algo azul), en el que Pablo bordó por sorpresa un mensaje “Te quiero infinito” y el hastag de nuestra boda #CLTAT (“como la trucha al trucho”).

Nos arreglamos en los apartamentos Plaza Mayor, en pleno centro de Valladolid, que decorados con un gusto exquisito hicieron de fondo ideal para los preparativos.

Media hora antes del inicio de la celebración, Pablo se dirijió rodeado de sus padres y hermanos hacia la iglesia de la Santa Vera Cruz, allí le esperaban todos nuestros familiares y amigos, asegura que jamás olvidará la sonrisa en sus caras. Fueron entrando a la iglesia mientras un cuarteto de cuerda se ocupaba de amenizar el momento. Ya solo faltaba yo, y parecía que no avanzaba el tiempo.

Sin hacerme esperar demasiado comencé a recorrer a pie los apenas 200 metros que separaban el apartamento y la iglesia, acompañada por mi padre y nuestros sobrinos, que hicieron las veces de niños de arras vestidos de Mango en tonos beige y blanco. Frente a la puerta de la iglesia y antes de comenzar el esperado pasillo, viví mi momento más emotivo, donde agarrada del brazo de mi padre, rompí a llorar de alegría. Suena el Canon de Pachelbell y con el el primer paso, el llanto se transforma en una radiante sonrisa, me siento arropada por toda la gente que nos quiere, fijo mi mirada en el altar, donde Pablo me espera con los nervios a flor de piel.

Ahora es él quién al verme recorrer el pasillo, no puede evitar que las lagrimas de emoción broten de sus ojos mientras agarra fuertemente la mano de su madre. Allí, ante los ojos de la Virgen y de Dios íbamos a sellar nuestro amor.

A estas alturas tengo que reseñar que yo soy de Hungría, país en el que nos conocimos de Erasmus. Y es por ello que en todo momento quisimos que ambas culturas estuviesen presentes. Por ejemplo nuestras arras fueron 13 monedas antiguas mezcladas de  Hungría y España (pesetas y filler). Desde el principio supimos que queríamos una ceremonia bilingüe con la intervención de algunos de nuestros mejores amigos. Y como broche de oro, nuestros hermanos nos dedicaron unos tiernos discursos que llegaron al corazón de todos los presentes.

Con los violines de fondo, ya como marido y mujer, llegó uno de nuestros momentos favoritos: la salida de la iglesia. Envueltos de lavanda, gritos, hojas de olivo, sonrisas, tomillo y mucho cariño empezaba nuestra gran celebración.

   Nos subimos al coche de boda, un seat 1500 que dio el toque vintage a nuestro día. No habíamos decidido dónde hacer la sesión de fotos, pero nuestro maravilloso fotógrafo Ivo Sousa, tenía claro que no había mejor marco para inmortalizar ese día, que el atardecer en un campo castellano que había camino a la finca. Fue un total cierto.

Y ahora si, la tensión habían desaparecido y la ilusión y la alegría se había apoderado de nosotros por completo.  Nos dirigimos hacia la finca en la que tendría lugar la celebración: la finca Villa Gloria (agradecer a Ruben y Mayte su ayuda en todo momento). Allí nuestro fotografo realizó algunas de nuestras fotos favoritas antes de comenzar el cocktail.

Entramos eufóricos en la finca con “Yo quiero vivir” de Manuel Carrasco sonando a todo volumen, hicimos nuestro primer brindis, y llegó una de las grandes sorpresas de la noche, pues nuestra amiga Lucía Cubillo, actriz musical, nos dedicó una preciosa versión acústica en directo del tema “ Million dreams” de nuestra película favorita “The greatest showman”.

Habíamos cuidado cada detalle de la decoración con la ayuda de nuestra florista Boyka y Santi de “La letra ele”:  flores, papelería, rincones, iluminación… Tocaba disfrutar del maravilloso cattering a cargo de “Jardín de la Abadía”. Nadie quedo indiferente con las creaciones de Javi, meses después nuestros invitados siguen hablando de la comida de ese día.

 Entre fotos, abrazos y felicitaciones, la oscuridad fue cubriendo la finca y con ella llegó uno de los momentos más divertidos, Megan Trainor y su “Dear future husband” puso banda sonora al lanzamiento del ramo. Y que nadie subestime el poder del ramo, pues en unos meses…¡tenemos boda!

La cena estuvo cargada de emoción desde el inicio. Dejamos los detalles colocados en las mesas: mermelada casera de mi abuela para las mujeres, y aceite de oliva con hierbas para los hombres. Además elegí a la marca de joyas CREU, para sorprender a mis mejores amigas con algunos de sus delicados collares.

  Como curiosidad, decidimos indicar los asientos en las mesas con una foto polaroid de la sesión de preboda que habíamos hecho con Ivo, ¡no había ni una sola foto repetida! Hubo sorpresas para los padres y hermanos, discursos emotivos, el primer speech de Pablo en húngaro, ramos para nuestros amigos recién casados, aplausos, “vivan los novios”, besos y la tarta desnuda silvestre de Villagolosa, puso el colofón final a la cena.

Las estrellas esperaban nuestra apertura del baile, y rodeados de bengalas vivimos nuestro momento más mágico de la noche bailando “Rewrite the stars”, para ahora si, dar paso a la mayor fiesta de nuestras vidas. Y es que es increible tener a todos tus amigos de diferentes ciudades y paises reunidos en este día. Estaban ahí por nosotros y eso nos hacía las personas más afortunadas del universo, todo el mundo estaba feliz y ese sentimiento invadió la pista de baile.

 El candy bar creado por nosotros mismos estaba listo. La fiesta, amenizada por el dj Victor de CUE music, podría haber durado todo el fin de semana, nadie quería irse. Pero los bonitos finales siempre dan lugar a preciosos recuerdos, que gracias al fotomatón de Mueka, nuetro videógrafo Pablo (de Rod&Cone) y nuestro fotógrafo Ivo, podemos revivir una y otra vez, dibujándose en nuestras caras la misma sonrisa que no nos abandonó durante el gran día de nuestras vidas.

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